miércoles, 26 de noviembre de 2014

La verdad de las mujeres


Ayer 25 de Noviembre fue el Día internacional contra la violencia de género. Vale, me parece genial que se dedique un día a recordar a las víctimas de este tipo de violencia y a intentar evitar que este tipo de comportamientos ocurran en el futuro. Pero no es suficiente.

Desgraciadamente son 365 días al año los que las mujeres nos vemos expuestas a comportamientos ofensivos. Porque la violencia de género no solo la componen los golpes, los moratones, ni la sangre. También tenemos que soportar todo tipo de discriminaciones sin sentido, comentarios ofensivos sobre nuestro cuerpo o nuestra forma de actuar.

Por eso, he decidido hacer este video. Olvidándome de los estereotipos, he intentado dar voz a nuestras primas, a nuestras hermanas pequeñas, a nuestras madres, nuestras tías o nuestras mejores amigas. Porque a veces viendo los estereotipos, viendo las situaciones “ideales”, pensamos que esas cosas no ocurren a nuestro alrededor que sólo le ocurren a ciertos tipos de mujeres pero no es verdad.

Así pues, Ellas (sí, con mayúscula) nos cuentan su experiencia y su opinión respecto a este tema. Cada una de ellas acudió a la entrevista por separado, es decir, no escucharon las respuestas de sus compañeras, aún así vemos como muchas respuestas coinciden. Esto quiere decir que es un sentimiento colectivo, no es algo que ocurra individualmente.

Respondieron durante media hora a todo tipo de preguntas, y este es el resultado de lo que yo os he querido mostrar.

Sólo me queda decir, que disfrutéis del video y que espero que os haga reflexionar tanto a mujeres como a hombres. Esos hombres que son nuestros hijos, padres, novios, amigos o hermanos y que tienen la responsabilidad y la obligación de luchar tan fuerte como nosotras luchamos cada día por ser libres y por ser nosotras mismas.

Muchas gracias a las mujeres que se ofrecieron voluntarias para responder a mis preguntas, por ser tan sinceras y por no tener miedo de contar su verdad. La verdad de las mujeres. Sin vosotras esto no habría sido posible.

Os pide que si os ha gustado, si os habéis sentido identificados o identificadas, o si queréis apoyar la lucha, compartáis el vídeo con las personas que más queráis y que opinéis. Porque es importante.
 


jueves, 6 de noviembre de 2014

La anormalidad de la normalidad

La entrada de hoy tiene algo especial para mí. Nunca me he considerado una persona muy “normal” o por lo menos una persona que entrase dentro de los cánones que exigen otras personas para considerarlas como iguales. Porque yo soy partidaria de que la normalidad no existe, lo que existe es el miedo a mostrar lo que te hace diferente. Un consejo: ¡No lo tengáis! 

Así que hoy dedico mi entrada a todas esas personas que alguna vez han sentido que no encajaban o que cuando han abierto la boca para contar algo que les importaba el resto de las personas presentes le han mirado también con la boca abierta, paradójicamente, pensando: “¿De qué habla esta chica?”, “¡Demasiados pájaros en la cabeza!” o el clásico “¡Ésta está loca!”.

Voy a recoger los títulos de uno de mis cineastas favoritos: Tim Burton. Él crea personajes diferentes, especiales con los que se siente identificado, él cambia lo negativo de ser diferente y lo convierte en algo especial.

Habrá días que os sintáis con menos fuerza de luchar por vuestras diferencias, así pues, ese día ved estas películas, y si las habéis visto, re visionadlas, porque merece la pena ser diferente, porque merece la pena ser especial, porque merece la pena luchar por tus creencias (aunque los demás se empeñen en convertirte en un zombie social).

Títulos que te ayudarán a estar a gusto con tus diferencias y a aceptarte a ti mismo/a

BeetleJuice

Con Alec Baldwin, Geena Davis y la gran Winona Ryder os adentraréis en un mundo donde los fantasmas y el gótico toman todo el protagonismo. En esta película incluso los personajes más normales, son especialmente especiales. Y además un estupendo Michael Keaton que a pesar de su personalidad peculiar os enamorará para siempre.

Eduardo Manos tijeras

Repitiendo Winona Ryder acompañada de un joven Johnny Depp que sustituye sus manos por tijeras de gran tamaño y bien afiladas.
Volvemos a encontrarnos con personajes de lo más extraños, incluyendo los que toman el rol de “normalidad” dentro de la película. En mi opinión una manera sutil de Tim Burton de invitarnos a la reflexión sobre la normalidad.
Un amor especial, único y lleno de nieve.

Big Fish

Una de mis favoritas. Ewan McGregor encarna al protagonista de esta historia llena de personajes de circo.
Es una película tal vez un poco más difícil de entender, o en la que es más difícil entrar, pero merece la pena.
¡Cómo no! El amor utópico mueve casi toda la acción, el amor por una madre, el amor – odio por un padre, por una chica, por una vida…
Te invita a soñar y a buscar o crear tu propia vida.

Charlie y la fábrica de Chocolate

Otra vez Johnny Depp. Esta vez pasamos por la vida de su personaje y conocemos el proceso de cómo un niño aparentemente normal acaba por convertirse en uno de los personajes más diferentes y excéntricos de Tim Burton.
Además nos trae una cantidad impensable de dulces lecciones sobre los malos hábitos o defectos del ser humano. En especial se nos muestra el egoísmo en sus diversas formas de expresión.
Animaros a ser menos egoístas y a compartir con el mundo un poquito de vuestra solidaridad.

Hay muchos más largos, algún que otro corto y muchas más historias de las que nos habla Tim Burton, así que sólo tenéis que buscar en wikipedia o en google más información, porque no os vais a arrepentir.


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miércoles, 29 de octubre de 2014

Reencuentros inesperados

Hoy os dejo un relato muy corto pero muy especial para mi porque lo escribí un tiempo atrás. Espero que lo disfrutéis y que como siempre os haga reflexionar un poquito. 

Jane encontró a Mary de camino a casa. Habían pasado demasiados años desde la última vez que se vieron. Ambas habían cambiado mucho, su aspecto era realmente bueno y la verdad si se hubiesen reconocido la una a la otra, se habrían llevado una gran sorpresa al descubrir que sus balances adolescentes sobre el aspecto que tendrían en el futuro no se acercaban nada a lo que representaban en ese preciso instante.

Pocos metros las separaban ya de sus destinos, una puerta de cristal con un marco blanco que al contrario de ellas, no había cambiado nada. La pequeña alfombrilla de goma negra seguía manteniendo el letrero de siempre, pero apenas se veía ya. Demasiados años.

Jane metió la mano en sus bolsillos y tras una búsqueda pausada, recordó que las llaves las había olvidado en la guantera del coche. Al ver que la otra mujer se acercaba se quedó en la puerta y esperó a que ésta la abriera.

Era navidad y fuera hacía mucho frío, así que sintieron el calor que se refugiaba tras las puertas, y un escalofrío mutuo debido al cambio de temperatura recorrió sus cuerpos, al que le siguió las carcajadas de la primera al ver la compenetración y que finalmente desató en ambas una risa continua.

Fue entonces, justo entonces cuando se dieron cuenta de quienes eran.

Había pasado demasiado tiempo, pero una semana de vacaciones en su antiguo hogar serviría para replantearse si merecía la pena dejar pasar otros tantos años.

jueves, 23 de octubre de 2014

Confesiones de una navegadora compulsiva

¡Hola! Lectores, lectoras, alienígenas y otras criaturas del universo. Después de unas largas larguísimas vacaciones retomo mi blog con muchas ganas y con muchos temas diferentes en la cabeza. Tengo tantos que no se por cual empezar.

Hoy como es el primer día voy a dejar de lado las cosas serias, ya os contaré más adelante la especial experiencia de ser jurado de la juventud del Festival de Cine de San Sebastián, o el excitante mundo divino en el que vive el “Pequeño Nicolás” (yo creo que es alienígena), y sobre todo voy a dejar de lado temas existenciales y filosóficos que calan en el alma y el corazón, sería empezar demasiado deprisa.

Simplemente quería lanzar un tema al aire, y ver quien lo recoge. Espero que comentéis y manifestéis vuestra opinión y si no es así, espero que al menos llevéis a debate este tema entre vuestras amistades y vuestro entorno.

¡Estoy hasta de leer publicaciones sobre como gustar a los hombres en internet! He aquí mi confesión y mi propuesta. ¿Pero no estamos en el siglo XXI señores?

Cada vez que entro en Twitter, o en Facebook veo como circulan noticias sobre cómo “mejorar” el aspecto de una misma (claro está, según los cánones de la sociedad de hoy en día). “Adelgaza en 10 días”, “Cambiar el color de tus ojos, es posible”, “50 trucos para mejorar tu aspecto físico” ¿Os imagináis chicas cada día levantaros de la cama a las 4:00 de la mañana para llevar a cabo los 50 trucos milagrosos que os harán conquistar al hombre de vuestros sueños? ¡Qué angustia! ¡Qué presión! ¡Qué mentira más grande!

Pareciera que se nos olvidara que todos somos personas humanas, que todas hemos nacido y que todas vivimos en este mundo cruel o no cruel, fácil o difícil y que desde el día en que nacemos empezamos a morir, así que ¿A quién le importa el puñetero aspecto físico si dentro de treinta, cuarenta o cincuenta años vamos a estar tan arrugados que el Shar – pei a nuestro lado va a parecer que acabara de salir de la tintorería?

¿Nos importará entonces que la persona que esté a nuestro lado tenga el tatuaje más flipante del mundo? ¿Nos acordaremos de aquella melena heavy-perfecta que se agitaba al son del “PainKiller”? ¿O tal vez veremos cada día esos voluptuosos pechos en los que nos encantaba meter nuestra hueca cabecita?

Pero las cosas no se quedan aquí, porque en innumerables páginas también encontramos qué tipo de personalidades atraen a ese chico de nuestros sueños.

Encontramos cosas como: “Sé independiente”, “Sé femenina” “Sé auténtica” o “No critiques”. A muchas personas esto les parecerá estupendo, a mi me parece otra manera diferente de condicionar a la mujer, y de obligarle a comportarse de una manera determinada para gustar o encajar.

Mi consejo es: “Sé tú misma: le pese a quien le pese”. Si a un chico le gustas que sea por cómo eres, por tus cosas buenas y por tus cosas malas. Porque la vida me ha enseñado que no siempre se puede ser fuerte, que no siempre se puede ser valiente, que no siempre puedes ser independiente, y que forzarse a una misma para mantener esa imagen es lo peor que se puede hacer.

Si una persona te quiere, sea chico, chica, madre, padre, amigo o amiga, o incluso alienígena, te querrá tal y como eres, con tus épocas de tristeza y tus épocas de locura, cuando tus historias están llenas de creatividad o cuando tus palabras se ciñan al estándar de la sociedad.

Y esto también va para aquellos chicos que se sientan mal. En otro momento, no haría referencia a ellos, pero últimamente veo una clara obsesión en el ser masculino por ir al gimnasio, por marcar sus músculos e hincharse a batidos de proteínas. No os olvidéis que dar de comer al cerebro también es necesario. No dejéis que os coma la sociedad. Sed vosotros mismos y disfrutad de la vida que solo es una.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Zinemaldia 2014

Hoy arranca la 62° edición del Zinemaldia en San Sebastián. Serán los grandes como Denzel Washington quienes pisen hoy la alfombra roja.
Tengo la suerte y oportunidad de formar parte del jurado de la juventud en esta ocasión, así que  aprovecharé para contaros mi experiencia dando los primeros pasos en esto del cine, que me encanta.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Jóvenes de España, ¡Tenemos un problema!

Hoy voy a dejar de lado las ideas positivas, voy a dejar de lado los imaginarios, los sueños, y voy a realizar una petición.

Quizá os sintáis como yo me siento, o quizá no. Tal vez hayáis querido expresaros así y hacerles llegar a vuestras familias este mensaje, pero no habéis podido, bien porque no sabéis como hacerlo, o porque no lo habéis pensado. Así pues, hoy os doy la oportunidad de que por fin intentéis hablar e intentéis haceros comprender.

Hoy en día es frustrante ser joven, vivir en España y poseer un título universitario (o una pila de ellos). ¿Por qué?

Intentamos sentirnos bien con nosotros mismos, buscamos aficiones, buscamos soluciones, pero el camino es duro. Las personas que viven a nuestro lado simplemente creen que por el hecho de tener unos cuantos títulos, o saber algún idioma, o ser creativos, es suficiente. Pero no lo es.

Todos nos empujan y nos fuerzan a salir del círculo en el que nos encontramos pero en la mayor parte de las ocasiones no depende de nosotros.

Queremos salir, queremos pisar el exterior, volar del nido y empezar nuestra propia vida, bajo nuestras normas. En definitiva, crecer. Pero existe una fuerza extraña que se nos escapa, que no controlamos y que nos vuelve a empujar al interior de ese círculo como un tornado.

Cada día es una lucha continua para varias cosas: para encontrar trabajo, para seguir estudiando, para no sentirnos culpables por seguir viviendo en nuestras casas, para no sentirnos culpables por seguir gastando un dinero que no es nuestro, para auto animarnos y seguir con la misma fuerza cada día, para mantener la esperanza de que algún día esto acabará, y para confiar en que alguien termine por confiar en nosotros y nos dé una oportunidad.

Estudiamos materias diferentes, nos apuntamos a infinidad de cursos, buscamos una cantidad indecente de másteres universitarios que no podemos pagar, y nos quedamos horas, incluso días mirando la pantalla del ordenador, con la baba colgando y soñando en que algún día podremos estudiar aquello que queremos y donde queremos.

Familias, vuestros hijos luchan por sus sueños, luchan por trabajar en aquello que tanto les ha costado conseguir, luchan por salir adelante. No son vagos, no son “ninis”, solo son personas inteligentes, personas preparadas que no tienen una oportunidad. Así pues tened paciencia y apoyadles todo lo que podáis. Hacedles sentir que valen, que pueden y que son lo que son. No les hagáis sentir culpables, porque bastante tienen con sentirse como se sienten: Inútiles, poco válidos, desperdiciados y poco valorados.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Las funciones vitales del ser humano


Esta publicación se la voy a dedicar a una gran amiga mía, no sé si estará bien escrita o si tendrá sentido, porque la he escrito con el corazón en la mano.

Para ti, amiga mía. Recuerda que a veces después de tiempos soleados, llueve en nuestro interior, pero que la tormenta pasa, y el sol vuelve a salir. Y mientras siga lloviendo, simplemente ¡saquemos un paraguas para no mojarnos!



Recuerdo a mi profesor de ciencias preguntando:

- ¿Cuáles son las funciones de los seres vivos?

Y recuerdo que toda la clase respondíamos como loros sin pensar realmente lo que estábamos diciendo:

- ¡Nacer, Crecer, Reproducirse y Morir!

También nos decían que el ser humano nos diferenciábamos del resto de los seres vivos en que nosotros (creyéndonos especiales) tenemos el poder de la razón.

Lo que nadie nos contó, era que tal vez la posesión de la razón más que una bendición, a veces, complica nuestro supuesto sencillo trascurso de la vida. Y que nada iba a ser tan fácil como nos hacían creer en el colegio.


Primero nacemos. Y lo hacemos en una familia, en un entorno y con unos recursos que nosotros no elegimos. (Esto no nos importaría si no tuviéramos razón, pero la tenemos.) Nacemos condicionados y por mucho que vivamos en el siglo XXI y que se nos diga “Vuestra estrella puede cambiar” hay que ser realistas, nuestras posibilidades están limitadas y para romper esas barreras hay que empujar con la fuerza de cien titanes.

Somos niños y claramente no tenemos herramientas para forjar nuestra propia vida, dependemos de nuestros padres, familiares, tutores, etc. Si ellos no nos dan de comer, nosotros morimos desnutridos, ni no nos acunan lloramos hasta no poder más, y son ellos quienes finalmente consiguen o no que tengamos una infancia feliz.

Ellos marcan el camino cuando eligen a que colegio debemos ir, o si debemos creer en la iglesia católica, en el islam o en el dios del sol. Porque allí conoceremos personas, amigos, enemigos, gente corriente, gente no tan corriente y profesores (que son una especia aparte) que formarán parte de nuestra vida, que nos provocarán frustraciones, o que nos ayudarán a ver la luz en el camino hacia el final.

Crecemos. Y lo hacemos de maneras muy distintas. Ya no somos capaces de soportar lo mismo que cuando éramos pequeños. Tenemos poder de decisión, tenemos razón, y tenemos la oportunidad de decir lo que sí y lo que no nos gusta.

Así pues intentamos comenzar nuestro propio camino, aunque es muy difícil desprenderse de los parásitos externos (a ver si me explico, no os estoy llamando parásitos: papá, mamá, gente de mi alrededor, no os sintáis mal. Me refiero más bien a las ideas parasitarias: ideas que no son propias, pero que están ahí desde el origen de los tiempos y que creemos que son nuestras.). Tan difícil es, que incluso nos sentimos culpables por querer romper esa cuerda que nos ata y decir adiós a esas personas que nos hayan hecho bien o mal, tenemos que separar de nosotros.

En el crecimiento encontramos mil y un dilemas que tenemos que resolver, vemos como desaparecen personas a las que queremos, vemos como esas personas a las que queremos a veces no nos quieren, y vemos como a pesar de estar gritando tan fuerte que hasta la más lejana estrella nos escucharía, aquí en la tierra no nos oye nadie. Y nos sentimos solos, pequeños y débiles.

Nos reproducimos. La palabra reproducción debería estar extinguida. Las personas no nos reproducimos. Las personas nos enamoramos, nos atraemos, jugamos, hacemos el amor, follamos, luchamos por no tener hijos por obligación, luchamos por tenerlos si es que así lo queremos…Puede que la misión final sea reproducirse y que la especie no desaparezca, pero eso no le importa a nadie, sino la televisión estaría llena de documentales de la dos y veríamos a Miguel Ángel Silvestre y a Blanca Suarez por ejemplo de esta guisa:

Miguel Ángel Silvestre:

- ¡Hola! ¿Nos reproducimos?

Blanca Suarez:

- ¡Vale!

Mientras escuchamos de fondo la voz de Félix Rodríguez de la fuente diciendo:

- Se acerca el humano de sexo masculino y ¡PAM!...

Pero en cambio tenemos horas y horas de indecisión, de ¡Si quiero!, ¡No quiero!, de ¡Nuestras religiones nos impiden estar juntos!, de ¡Me marcho durante treinta años y al volver aún existe una llama que quema y que traspasa la pantalla!

Morimos. Todos deberíamos morir cuando nos toca. Cuando seamos viejitos y miremos atrás sonriendo las cosas buenas y malas de la vida. Pero no es así, perdemos a seres queridos, a amantes, a amigos antes de tiempo…Pero nosotros seguimos aquí. Nosotros tenemos que seguir viviendo.
Yo no sé si tengo la fuerza de cien titanes, tampoco sé si podré llegar algún día a cumplir mis sueños y romper esos límites impuestos, tampoco sé si las personas a las que quiero seguirán conmigo o las perderé por el camino….

Lo que sí sé, es que voy a luchar por todo aquello que me hace feliz. Voy a luchar por mis sueños, por mis amigos, por mi familia, pero sobre todo voy a luchar por mí misma. Porque cada uno tiene sus propias funciones vitales, y es cada uno quien debe luchar por ellas.

Porque las funciones del ser humano no son, nacer, crecer, reproducirse y morir. La función del ser humano es ser feliz hasta el último aliento.

viernes, 5 de septiembre de 2014

I. La llegada (Tercera parte)



Tenía quince años y me recordaba a mí misma paseando por el sendero que llevaba al pueblo, era muy fácil no perderse, porque simplemente había que seguir el riachuelo. Era la única zona verde del paisaje, allí sí crecían flores, y a veces te encontrabas algún que otro animalito, pero había que estar en silencio y observar con mucho cuidado.

Aquel año parecía no haber sido demasiado bueno para mis padres. El trabajo era cada vez más escaso, y todo lo que poseían se reducía por momentos a cenizas, así que allí estábamos, volviendo con el poco equipaje que nos quedaba (apenas tres maletas) al lugar dónde vivían antes de marcharse a la ciudad.

Por aquel entonces, la casa no estaba en ruinas. Relucía como un diamante, salía humo de la chimenea cada noche, y en el porche siempre se encontraba el dueño de aquellas cajas misteriosas de las que os hablaba al principio, siempre acompañado de una pila de libros y de una pipa de madera humeante.

Yo no estaba muy contenta, dejaba una vida feliz atrás. Allí de donde venía, mi familia era popular y yo también. Ahora no teníamos dinero, y estábamos en un lugar para mí extraño, incomunicado y sucio.

Lo único que me consolaba era aquel sitio secreto de color verde, por eso cada día me escapaba durante horas a pasear. A veces, me sentaba en una roca y pasaba las horas observando en silencio para ver animales, otras olía las flores y me imaginaba lejos y feliz.

Pensaba pasar sola todo el verano, ya llegaría septiembre para empezar a conocer gente, aunque tampoco tenía ganas.

Uno de aquellos días en los que me escapé al río, decidí sentarme como normalmente hacía en la roca más grande. Me dispuse a escribirle una carta a mi mejor amiga, y contarle lo mal que lo estaba pasando, cuando de repente escuché un ruido detrás de mí. Me asusté y me levanté lo más rápido que pude dispuesta a salir corriendo. Pero la curiosidad me pudo, y me giré para ver qué era. 

Y allí estaba. De pie. Mirándome fijamente.

martes, 2 de septiembre de 2014

I. La llegada (Segunda parte)



Abrí los ojos y rápidamente los volví a cerrar pues la fuerte luz del sol me hacía daño. Me había quedado dormida en el porche aferrada a aquellos recuerdos. Abrí los ojos de nuevo (esta vez para despertarme definitivamente) y me puse en pie. Me dolía la espalda tremendamente, y el cuerpo me crujía por todas partes, así que me estiré casi hasta tocar el cielo, y me recompuse pensando en que iba a hacer.

La casa estaba rodeada de interminables campos de trigo, así pues el paisaje era de color amarillo, que se intensificaba incluso más con la fuerte luz del sol, pues no había ni una sola nube en el cielo que se interpusiese en su camino.

Desde donde yo me encontraba no se veía ni una sola casa más que aquella en la que yo estaba. Era una sensación agradable. Estar sola y escuchar silencio, algo que no me ocurría tras cinco años en la ciudad. Aunque recordaba que desde la torre del ático, sí se veían algunas casas pertenecientes al pueblo más cercano. Estas también eran de madera oscura, y estaban construidas de manera similar a la mía.

Quería ver aquellas casas, corrí dentro y comencé a subir escaleras de dos en dos, mientras subía la madera desgastada se hundió, y el pie se me enganchó, pero hice fuerza y seguí corriendo hasta llegar a la torre. La ventana era redonda y estaba tapiada con maderas, no sé cómo pero conseguí quitarlas con la mano, y miré a través buscándolas.

Cuando di con ellas, vi, que no eran como yo las recordaba. Eran mucho más modernas, con formas extravagantes. Supuse que las habían remodelado, y que nunca había dejado de vivir gente.

Aquello me hizo pensar en que quizás viviera allí alguien que yo conocí en el pasado.

jueves, 21 de agosto de 2014

I. La llegada

Me encontraba mirando a través de la ventana. Era de noche y el silencio lo robaban los grillos, que cantaban cada luna de verano. No sé por qué, pero en aquel lugar la luna siempre me había parecido más grande y mucho más brillante, y a ella la acompañaban millones de estrellas que parpadeaban sin cesar y que me hacían sentir que estaba en casa.

El cristal estaba sucio y lleno de polvo, así que decidí abrir la ventana y contemplar aquella maravilla que me miraba a los ojos y que se merecía toda mi atención. Comencé a coger aire, muy fuerte, pues sentía la necesidad de captar cada olor de aquella noche.

Ahora nadie vivía en aquella vieja casa, la madera era débil y el invierno había calado tanto en ella, que había que caminar con cuidado para que no se rompiese. Los muebles estaban tapados por unas amarillentas y sucias sábanas que algún día pertenecieron a alguien que probablemente ya estaba muerto. Este pensamiento me ponía bastante nerviosa, y formaba en mi interior una mezcla de miedo y melancolía que no sentía hacía años. Probablemente porque empezaba a recordar por qué había vuelto a aquel lugar.

Al final del salón había una decena de cajas apiladas que contenían todos los cachivaches extraños que antes decoraban el ambiente, el dueño de la casa era un tipo peculiar al que le encantaba coleccionar objetos sin sentido, pero con mucha historia. Tenía muchísimas ganas de abrir esas cajas y ver realmente que había dentro, añoraba aquellos objetos. Pero algo dentro de mí, me decía que no lo hiciera, que aquello eran tiempos pasados.
En aquel momento me di cuenta de que ni siquiera había soltado las maletas, así que por fin las dejé en el suelo con cuidado, y salí a respirar al porche deseando que aquella noche no terminara jamás.

lunes, 18 de agosto de 2014

La vida y sus incertidumbres



A veces ocurren cosas que no nos esperamos. Nos empeñamos en saber que ocurrirá en el futuro, si nuestros esfuerzos darán fruto, si nuestras elecciones son las mejores, si las personas que queremos seguirán en nuestras vidas.

Cuando algo nuevo comienza, nos preguntamos todo esto, pero aún así en muchas ocasiones apartamos de un porrazo las dudas y decidimos confiar ciegamente en un sentimiento que ni siquiera sabemos cuánto va a durar.

Apagamos las voces que nacen en nuestro interior, y también las que forman cientos de advertencias de amigos y de la propia familia que intenta siempre protegernos, pero de manera instintiva.

Comenzamos a vivir, recogemos los acontecimientos con ímpetu, creamos situaciones perfectas en nuestra cabeza e intentamos reproducirlas en la vida real, pero eso no es posible, al menos no siempre.

Debemos acostumbrarnos a la decepción, y sustituir esa palabreja malsonante por otra mejor, por ejemplo, sorpresa, y no es un eufemismo, se trata de enfocar nuestro interior de otra manera. Debemos acostumbrarnos a las sorpresas, asimilar que no podemos planear absolutamente nada. Sobre todo cuando se trata de sentimientos ilógicos, el ser humano actúa de forma patosa, no sabe desenvolverse.

Primero nos llenamos de amor, rebosamos bondad y confianza, somos capaces de saltar tres pisos de altura sin protección. Saltamos a través de una ventana cerrada, atravesando un cristal grueso pero fácil de romper. Y mientras saltamos adornamos el paisaje con decenas de florituras; acrobacias que tal vez sean innecesarias.


sábado, 16 de agosto de 2014

Bienvenidos a "Mi Basura Mental"

¡Queridos lectores! Desconozco el modo en el que han llegado a encontrar este blog. Tal vez no cubra sus expectativas, tal vez se enamoren de su contenido, tal vez ni siquiera lo lleguen a leer y decidan escapar rápidamente, o tal vez naveguen libremente entre palabras que finalmente no consideren dignas de su atención.

Realmente les aconsejo que no esperen nada práctico. No encontrarán aquí tutoriales de cómo adecuarse para simular el estilo de su ídolo, ni tampoco se toparán con consejos turísticos de lugares que no llegarán a visitar jamás.

Seguramente no llegaré a ser un gurú de internet, ni tampoco una bloggera considerada, pero no me importa.

“Mi basura mental” se trata de utilizar un rinconcito de internet para exponer mis pensamientos (a veces primarios y otras veces demasiado complejos), de llevar a cabo una de mis mayores aficiones, escribir, y que aquellos que finalmente consideren que mis palabras si merecen ocupar un ratito de su tiempo, puedan compartir lo que siento y pienso y tengan la oportunidad de expresarse también. Así pues, aquí comienza mi nueva pequeña aventura. ¿Me acompañan?