jueves, 21 de agosto de 2014

I. La llegada

Me encontraba mirando a través de la ventana. Era de noche y el silencio lo robaban los grillos, que cantaban cada luna de verano. No sé por qué, pero en aquel lugar la luna siempre me había parecido más grande y mucho más brillante, y a ella la acompañaban millones de estrellas que parpadeaban sin cesar y que me hacían sentir que estaba en casa.

El cristal estaba sucio y lleno de polvo, así que decidí abrir la ventana y contemplar aquella maravilla que me miraba a los ojos y que se merecía toda mi atención. Comencé a coger aire, muy fuerte, pues sentía la necesidad de captar cada olor de aquella noche.

Ahora nadie vivía en aquella vieja casa, la madera era débil y el invierno había calado tanto en ella, que había que caminar con cuidado para que no se rompiese. Los muebles estaban tapados por unas amarillentas y sucias sábanas que algún día pertenecieron a alguien que probablemente ya estaba muerto. Este pensamiento me ponía bastante nerviosa, y formaba en mi interior una mezcla de miedo y melancolía que no sentía hacía años. Probablemente porque empezaba a recordar por qué había vuelto a aquel lugar.

Al final del salón había una decena de cajas apiladas que contenían todos los cachivaches extraños que antes decoraban el ambiente, el dueño de la casa era un tipo peculiar al que le encantaba coleccionar objetos sin sentido, pero con mucha historia. Tenía muchísimas ganas de abrir esas cajas y ver realmente que había dentro, añoraba aquellos objetos. Pero algo dentro de mí, me decía que no lo hiciera, que aquello eran tiempos pasados.
En aquel momento me di cuenta de que ni siquiera había soltado las maletas, así que por fin las dejé en el suelo con cuidado, y salí a respirar al porche deseando que aquella noche no terminara jamás.

lunes, 18 de agosto de 2014

La vida y sus incertidumbres



A veces ocurren cosas que no nos esperamos. Nos empeñamos en saber que ocurrirá en el futuro, si nuestros esfuerzos darán fruto, si nuestras elecciones son las mejores, si las personas que queremos seguirán en nuestras vidas.

Cuando algo nuevo comienza, nos preguntamos todo esto, pero aún así en muchas ocasiones apartamos de un porrazo las dudas y decidimos confiar ciegamente en un sentimiento que ni siquiera sabemos cuánto va a durar.

Apagamos las voces que nacen en nuestro interior, y también las que forman cientos de advertencias de amigos y de la propia familia que intenta siempre protegernos, pero de manera instintiva.

Comenzamos a vivir, recogemos los acontecimientos con ímpetu, creamos situaciones perfectas en nuestra cabeza e intentamos reproducirlas en la vida real, pero eso no es posible, al menos no siempre.

Debemos acostumbrarnos a la decepción, y sustituir esa palabreja malsonante por otra mejor, por ejemplo, sorpresa, y no es un eufemismo, se trata de enfocar nuestro interior de otra manera. Debemos acostumbrarnos a las sorpresas, asimilar que no podemos planear absolutamente nada. Sobre todo cuando se trata de sentimientos ilógicos, el ser humano actúa de forma patosa, no sabe desenvolverse.

Primero nos llenamos de amor, rebosamos bondad y confianza, somos capaces de saltar tres pisos de altura sin protección. Saltamos a través de una ventana cerrada, atravesando un cristal grueso pero fácil de romper. Y mientras saltamos adornamos el paisaje con decenas de florituras; acrobacias que tal vez sean innecesarias.


sábado, 16 de agosto de 2014

Bienvenidos a "Mi Basura Mental"

¡Queridos lectores! Desconozco el modo en el que han llegado a encontrar este blog. Tal vez no cubra sus expectativas, tal vez se enamoren de su contenido, tal vez ni siquiera lo lleguen a leer y decidan escapar rápidamente, o tal vez naveguen libremente entre palabras que finalmente no consideren dignas de su atención.

Realmente les aconsejo que no esperen nada práctico. No encontrarán aquí tutoriales de cómo adecuarse para simular el estilo de su ídolo, ni tampoco se toparán con consejos turísticos de lugares que no llegarán a visitar jamás.

Seguramente no llegaré a ser un gurú de internet, ni tampoco una bloggera considerada, pero no me importa.

“Mi basura mental” se trata de utilizar un rinconcito de internet para exponer mis pensamientos (a veces primarios y otras veces demasiado complejos), de llevar a cabo una de mis mayores aficiones, escribir, y que aquellos que finalmente consideren que mis palabras si merecen ocupar un ratito de su tiempo, puedan compartir lo que siento y pienso y tengan la oportunidad de expresarse también. Así pues, aquí comienza mi nueva pequeña aventura. ¿Me acompañan?