jueves, 23 de octubre de 2014

Confesiones de una navegadora compulsiva

¡Hola! Lectores, lectoras, alienígenas y otras criaturas del universo. Después de unas largas larguísimas vacaciones retomo mi blog con muchas ganas y con muchos temas diferentes en la cabeza. Tengo tantos que no se por cual empezar.

Hoy como es el primer día voy a dejar de lado las cosas serias, ya os contaré más adelante la especial experiencia de ser jurado de la juventud del Festival de Cine de San Sebastián, o el excitante mundo divino en el que vive el “Pequeño Nicolás” (yo creo que es alienígena), y sobre todo voy a dejar de lado temas existenciales y filosóficos que calan en el alma y el corazón, sería empezar demasiado deprisa.

Simplemente quería lanzar un tema al aire, y ver quien lo recoge. Espero que comentéis y manifestéis vuestra opinión y si no es así, espero que al menos llevéis a debate este tema entre vuestras amistades y vuestro entorno.

¡Estoy hasta de leer publicaciones sobre como gustar a los hombres en internet! He aquí mi confesión y mi propuesta. ¿Pero no estamos en el siglo XXI señores?

Cada vez que entro en Twitter, o en Facebook veo como circulan noticias sobre cómo “mejorar” el aspecto de una misma (claro está, según los cánones de la sociedad de hoy en día). “Adelgaza en 10 días”, “Cambiar el color de tus ojos, es posible”, “50 trucos para mejorar tu aspecto físico” ¿Os imagináis chicas cada día levantaros de la cama a las 4:00 de la mañana para llevar a cabo los 50 trucos milagrosos que os harán conquistar al hombre de vuestros sueños? ¡Qué angustia! ¡Qué presión! ¡Qué mentira más grande!

Pareciera que se nos olvidara que todos somos personas humanas, que todas hemos nacido y que todas vivimos en este mundo cruel o no cruel, fácil o difícil y que desde el día en que nacemos empezamos a morir, así que ¿A quién le importa el puñetero aspecto físico si dentro de treinta, cuarenta o cincuenta años vamos a estar tan arrugados que el Shar – pei a nuestro lado va a parecer que acabara de salir de la tintorería?

¿Nos importará entonces que la persona que esté a nuestro lado tenga el tatuaje más flipante del mundo? ¿Nos acordaremos de aquella melena heavy-perfecta que se agitaba al son del “PainKiller”? ¿O tal vez veremos cada día esos voluptuosos pechos en los que nos encantaba meter nuestra hueca cabecita?

Pero las cosas no se quedan aquí, porque en innumerables páginas también encontramos qué tipo de personalidades atraen a ese chico de nuestros sueños.

Encontramos cosas como: “Sé independiente”, “Sé femenina” “Sé auténtica” o “No critiques”. A muchas personas esto les parecerá estupendo, a mi me parece otra manera diferente de condicionar a la mujer, y de obligarle a comportarse de una manera determinada para gustar o encajar.

Mi consejo es: “Sé tú misma: le pese a quien le pese”. Si a un chico le gustas que sea por cómo eres, por tus cosas buenas y por tus cosas malas. Porque la vida me ha enseñado que no siempre se puede ser fuerte, que no siempre se puede ser valiente, que no siempre puedes ser independiente, y que forzarse a una misma para mantener esa imagen es lo peor que se puede hacer.

Si una persona te quiere, sea chico, chica, madre, padre, amigo o amiga, o incluso alienígena, te querrá tal y como eres, con tus épocas de tristeza y tus épocas de locura, cuando tus historias están llenas de creatividad o cuando tus palabras se ciñan al estándar de la sociedad.

Y esto también va para aquellos chicos que se sientan mal. En otro momento, no haría referencia a ellos, pero últimamente veo una clara obsesión en el ser masculino por ir al gimnasio, por marcar sus músculos e hincharse a batidos de proteínas. No os olvidéis que dar de comer al cerebro también es necesario. No dejéis que os coma la sociedad. Sed vosotros mismos y disfrutad de la vida que solo es una.

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